El Norte de Cáceres es una región caracterizada por varios cultivos , uno de los más nombrados y famosos es el del cerezo.
Uno de los rincones más famosos es el Valle del Jerte donde los cultivos de cerezos situados en los dos lados del mismo conforman un paisaje idílico de tonalidad blanca cuando la floración del árbol llega a sus máximos. Esta época se da en el mes de marzo y cada año fluctúa el pico máximo de floración en dependencia de las condiciones climáticas de los inicios de primavera.
Millones de visitantes han visitado el Valle del Jerte para ver su floración y para disfrutar de su fruto azucarado en sus decenas de variedades. Estas variedades de cerezos se han ido seleccionando a través de generaciones según su calibre, su nivel de azúcar, su textura, su época de fructificación o por su manejo en la recogida pero, todas, provienen de un mismo ancestro del que se utiliza su tronco o también llamado patrón. Este patrón viene del cerezo que se ha adaptado a las condiciones del suelo extrayendo lo mejor de el para llevar los nutrientes a las zonas de floración. Como podemos ver, todo este proceso ha sido una domesticación de un lobo para ir teniendo diferentes razas de perros domésticos de tal forma que hoy, se le tiene más cariño al perro que al lobo.
En el Valle del Ambroz, afortunadamente, además de perros domesticados , tenemos estos lobos dispersos de tal manera que con ellos delante, podemos ver hasta que modo el hombre es capaz de influir en la morfología de las especies arbóreas.
Nuestros cerezos silvestres son esos héroes sin capa que no reciben visitas pero son esos árboles que se llevan lo peor de las condiciones naturales de un bosque en estado de climax: sus plagas, su falta de luz y sus nutrientes sin aportes extra. Un árbol hecho a si mismo que puede llegar a los 30 metros de altura en consecuencia de esa lucha lumínica. Nos encantará enseñarte algunos en nuestras rutas de senderismo por el Valle del Ambroz y que te lleves un selfie con el Lobo de hoja blanca.
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