Cuando llega el invierno, la naturaleza pega un bostezo y se echa una pequeña siesta bajo la manta, los ritmos se tornan más pausados, las energías se guardan y se economizan al máximo hasta que lleguen nuevas señales externas que den pistas de buenos augurios climatológicos.
Cada especie arbórea tiene sus fuentes de información, sus redes sociales instaladas en sus hojas y yemas van informando de novedades constantemente para que cuando reciban las notificaciones interesantes, activen su maquinaria hormonal y pongan los engranajes en funcionamiento.
Si hay una especie arbórea silvestre que está atento a la pantalla de notificaciones constantemente es el Aliso (alnus glutinosa). Un árbol, que en cuanto percibe unas mínimas variaciones de luz comienza a trabajar para la primavera, de hecho, es el primer árbol silvestre del Valle del Ambroz que comienza con la floración por delante incluso de los almendros silvestres. Sin embargo, su flor no es tan elegante y vistosa como el frutal y es que sus flores son pequeñas y están muy juntas formando unas estructuras alargadas y colgantes. En los árboles de grandes copas y soleados, estas inflorescencias, en conjunto, dan un contorno muy fotogénico con tintes púrpuras. Si queréis fotografiarlo, un gran detalle, buscar alguno de las decenas de arroyos que nos riegan el Valle, detrás de un curso de agua, habrá un Aliso. Les encanta la humedad ¡!! En vuestra cámara, quedará un árbol que en su día, eligió al viento para transportar la esencia de su amor….oh….
Hablando de amor, el color de su madera interna acoge al color del amor por excelencia..el rojo!! Esto ha llevado a que esta especie haya sido el centro de muchas historias y leyendas algunas también relacionadas con la guerra. Si buscas el amor ,y no la guerra, búscanos a nosotros y te llevaremos a los pies de estos amantes del agua.
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